Finaliza el verano y hay que desdoblarse para, además de continuar con las cosechas estivales, sacar tiempo como sea para ir renovando cultivos.
Después de la buena acogida que tuvimos la pasada campaña, este año volvemos a apostar fuerte por el Kale y esta semana le ha tocado su turno. Para los que lo conozcáis os diremos que se trata de una berza rizada que destaca por su bajo contenido calórico, rica en calcio, hierro, potasio y zinc ademas de un elevado contenido proteico, vamos, que estamos ante lo que ahora se llama un «superalimento». Pero ya os contaremos mas cuando la incluyamos en vuestra Cesta de Lola.
Como os contábamos hace un par de semanas, después de probar casi todas las técnicas de acolchados protectores de las plantas y la tierra, esta temporada lo intentaremos con malla. Después del pertinente «proceso de investigación» para averiguar cómo instalarla y, mas complicado todavía, cómo hacer los agujeros para colocar los plantones, pasamos todo el día de ayer acondicionando los dos primeros bancales exteriores de la Finca Lola.
El proceso fue el siguiente: Retiramos el cultivo anterior y lo pusimos a compostar; delimitamos los bancales; abonamos con peletizado de gallinácea y otro compost variado; mezclamos bien el terreno con la ayuda de nuestro chimpín Pascuali; instalamos la malla y la anclamos a la tierra con unas grapas; hicimos los agujeros con la ayuda de un soldador de estaño (ya subiremos un vídeo a nuestro facebook); trasplantamos la primera variedad de kale y lo regamos bien para que agarre a la tierra.
Y ahora os dejamos, que ya es hora de regresar al huerto para acabar de plantar las otras dos variedades de kale que, por el momento, podremos degustar a partir del otoño.