Durante millones de años las plantas en la Naturaleza han prosperado de forma eficaz sin necesidad de insecticidas ni abonos químicos. ¿Cómo es posible que eso ya no funcione?
Esa simple pregunta fue la que nos hicimos nosotros cuando iniciamos el proyecto de a leira de Lola. No entendíamos por qué era necesario manipular el desarrollo natural de las plantas si antes de que se extendiera lo entendemos como agricultura convencional todos los pueblos ya obtenían sus cosechas sin usar sustancias químico-sintéticas.
Parece que la sociedad en general y los dirigentes políticos en particular ya se están concienciando ante las evidencias de la insostenibilidad de la agricultura convencional. La apuesta por practicar agricultura menos agresiva con el entorno y en concreto por la agricultura ecológica se perfila como la mejor opción tanto a pequeña como a gran escala.
Y es que si recurrimos constantemente al uso de plaguicidas basados en esas sustancias químicas, efectivamente se controlan esas plagas pero también se destruye la fauna auxiliar o la imprescindible flora bacteriana de la tierra encargadas de generar nutrientes y dar fertilidad. Lo mismo ocurre con los herbicidas, acaban con las llamadas «malas hierbas» pero también se filtran los venenos que contienen dañando los acuíferos que nos abastecen de agua potable.
Por su parte, el uso continuo de maquinaria pesada hace que la tierra de cultivo se compacte lo que impide que en ella esté presente el aire necesario para las raíces y para la correcta nutrición de las plantas. Esto reduce la autofertilidad de las plantas y obliga a los agricultores a incrementar el uso de abonos químico-sintéticos solubles en agua.
Si trabajamos la tierra desnuda, sin protegerla de la radiación solar se produce una constante deshidratación lo que incrementa las necesidades de riego. Otra consecuencia es que la radiación ultravioleta destruye la vida bacteriana de la capa fértil superior de la tierra.
Todo esto conduce al incremento de la erosión y el deterioro ambiental, así como a la obtención de alimentos de baja calidad nutricional y con gran cantidad de químicos potencialmente tóxicos, a corto o largo plazo, para la salud de los consumidores, para nuestra salud.