Hace mas de cinco meses que sembramos los guisantes en invernadero. Y ese es precisamente el tiempo estimado que tardamos en recoger las primeras vainas. Y es que, aunque son numerosas las variedades que podemos cultivar, nosotros escogemos un guisante de medio enrame que tarda mucho mas en «hacerse». Precisamente, elegimos esta variedad porque su sabor es mucho mas dulce e intenso (nos encanta comerlos crudos mientras vamos cosechándolos…).
Al igual que el resto de leguminosas, sus cualidades nutritivas con muy importantes pero es que encima este tipo de cultivos enriquecen la tierra con nitrógeno y mejoran sus estructura. El nitrógeno lo absorben de la atmósfera y gracias a este aporte no precisan de grandes abonados, aunque una mano de compost bien descompuesto nunca viene mal.
Se trata de una planta de ciclo otoñal y primaveral que soporta mejor el frío que los calores veraniegos pudiendo desarrollar problemas fúngicos a temperaturas elevadas. Nosotros solemos sembrarlos en noviembre, cuando pasa definitivamente el veranillo de San Martín. Hacemos dos surcos a lo largo de un bancal y colocamos tres semillas por cada golpe con una separación de unos 25 cm. entre si.
Este año también probamos a sembrar las semillas en bandejas alveoladas para trasplantarlas cuando desarrollan lo suficiente. De esta manera evitamos que las hierbas competidoras impidan el desarrollo de la planta en su primera fase, que es la mas sensible. El resultado fue bueno, aunque alguna plantita siempre se estropea al trasplantarla.
Después hay que instalar los tutores, una estructura que sirva de guía para que las plantas vayan trepando. En nuestro caso usamos una malla de hilo que vamos tensando a lo largo del bancal con la ayuda de unas cañas. Es un trabajo laborioso que vale la pena hacerlo bien ya que, aunque de primeras no lo parezca, una vez que los guisantes terminan su fase de crecimiento alcanzan un peso considerable que puede tumbar una estructura débil.
Vigilando bien el riego y controlando un poco las adventicias «solo» hay que esperar unos cinco meses para disfrutar de este regalo de la naturaleza.