Podemos decir que el pimiento de Padrón es el cultivo veraniego mas característico de Galicia y, para nosotros, el inicio de su cosecha marca el cambio de temporada. Se denomina así porque se empezaron a cultivar en la localidad del mismo nombre y, según parece, su origen se asocia a las semillas traídas desde el estado mexicano de Tabasco por los monjes Franciscanos al convento de Herbón, parroquia perteneciente al municipio de Padrón, en el Siglo XVII.
No en vano Padrón perdió la oportunidad de solicitar la denominación de origen protegida y ahora puedes encontrarlos en los supermercados con producción marroquí o de cualquier otro lugar. Aunque el auténtico “Pimiento de Herbón” obtuvo dicho reconocimiento por la Orden de la Consejería del Medio Rural del 1 de julio de 2009, por la que se aprueba su Reglamento y se nombra el Consejo Regulador Provisional.
Se trata del fruto de la especie Capsicum annuun, L, procedentes de los ecotipos locales de la variedad «Padrón». Dicho fruto se recolecta en estado inmaduro precoz para su comercialización en fresco. Presenta un color verde ligeramente claro, una longitud de entre 3,5 y 5,5 cm y un diámetro máximo entre 1,5 y 2 cm.
Una de las características organolépticas más destacadas del «Pemento de Herbón» se refiere a que no todos los frutos presentan sabor picante, sino que éste ocasionalmente aparece («uns pican e outros non», de acuerdo con la conocida frase popular referida a este producto) y que es un picor ligero, aunque siempre puede tocarte uno para que guardes un buen recuerdo del sitio donde lo comiste… De hecho también en eso reside la gracia de comer estos pimientitos, nunca sabes a quien le puede tocar el bueno.
El picor de los pimientos se debe fundamentalmente a la capsacina, sustancia que se deposita en la placenta del fruto (parte blanca interior) y su mayor o menor presencia va a depender de las condiciones ambientales de la zona donde se cultive. Según parece a mayor temperatura y, por tanto, menor humedad del suelo o mayor probabilidad de que aumenten los pimientos que piquen.
La manera mas común de prepararlos la conocemos todos: Se lavan con un paño húmedo, se secan bien, se fríen en una sartén con aceite de oliva no muy caliente para que no se desprenda la piel, se retiran escurriéndolos bien y se les echa sal gorda. Pero también se pueden comer en empanada con un fondo de cebolla picada, incorporarlos a una rica broche de carnes variadas; o en tempura con huevo, sal, levadura y agua con gas o cerveza. Dejamos reposar 30 minutos y rebozamos los pimientos para freírlos en abundante aceite de oliva. Por último, si los prefieres mas ligeros, al horno con un chorro de aceite y sal, resultan deliciosos.