Siguiendo con la constante renovación de nuestros cultivos hortícolas, esta vez le toca turno a las espinacas que ya es hora de reponer las que teníamos por unas nuevas. Una de las variedades que cultivamos se la conoce como «espinaca Nueva Zelanda» (de donde es originaria) o espinaca tetragonia y se caracteriza porque sus hojas son más carnosas y triangulares que las de las espinacas que estamos acostumbrados a ver. Cultivamos esta variedad ya que es más rústica y resistente que el resto y se aclimata bien tanto al verano como al invierno.

A pesar de tratarse de una variedad de carácter rústico, no le gustan las tierras pobres ni las demasiado ácidas, por eso las abonaremos generosamente. Contiene mucha vitamina C y es refrescante y revitalizante.

Habitualmente la hemos venido sembrando en siembra directa, dejando en remojo previamente las semillas unas 24 horas. Esta vez, con el fin de evitar en la medida de lo posible el desherbado constante, vamos a probar a trasplantarla sobre un acolchado plástico. De esta manera, además, estarán bien húmedas ya que apenas se evaporará el agua y precisaremos de muchos menos recursos hídricos. Precisamente humedad y un lugar soleado es lo que mas precisan, así que ya tenemos preparado su bancal para reemplazar a las anteriores.

La podremos cosechar, o eso esperamos, a lo largo de tres años que se supone que dura el cultivo. Pero sabemos por nuestra experiencia que las cosas nunca salen como se planean. Las últimas que tuvimos duraron solamente un año precisamente por no sacar tiempo para hacer las binas correspondientes.

Esta semana, algunos las llevaréis en vuestra cesta en lugar del calabacín, así que podréis comerlas crudas en ensalada, en un rico revuelto o incorporarlas a vuestras quiches, ya que otra característica de la tetragonia es su versatilidad en la cocina.