Pues aquí estábamos nosotros, Ana y Guille, con un lego de 400 kgs. en el jardín dispuestos a encarar el nuevo reto con toda la ilusión del mundo. Después de unas 100 llamadas al fabricante, nos dimos cuenta que, aunque muy laborioso, el montaje de este tipo de invernaderos tipo túnel no resulta demasiado complicado, si bien hay que tener en cuenta las condiciones de la finca donde va a ir colocado.

En nuestro caso, la finca Lola reúne las mejores condiciones: Es prácticamente plana, podíamos seleccionar la orientación que queríamos, está bastante protegida del viento, etc… Aunque, naturalmente, se presentaron algunos contratiempos.

Para empezar, los 500 m2 que necesitábamos estaban cultivados y nuestra intención era tratar de mantener los bancales en las mejores condiciones mientras avanzábamos en la instalación. Pronto nos dimos cuenta que eso iba a ser imposible y prácticamente tuvimos que suspender las ventas durante un tiempo. Además, la finca cuenta con un muro de unos 50 metros de largo que nos servía como referencia ya que el invernadero iría en paralelo, pero después resultó un serio problema para la colocación del plástico, como veremos.

Otro de los motivos por los que elegimos estos invernaderos es porque no es necesaria cimentación alguna ya que el anclaje de los elementos que lo forman se realizan mediante bridas y grapas que se sujetan con tornillos. Se delimita el perímetro y se clavan al terreno unas estacas de hierro galvanizado donde, posteriormente, irán encajados los arcos que forman el esqueleto del invernadero. Se atornillan estos arcos en el centro y se unen mediante otras barras longitudinalmente. Después hay que ir instalando el resto de los elementos: Las barras de cultivo, los frontales de elevar, las medialunas superiores, las puertas, las ventilación lateral y las claraboyas abatibles.

Por último lo mas importante y lo mas complicado: La colocación del plástico.