Como viene siendo habitual, la llegada del verano viene marcada por la cosecha de los primeros pepinos en a leira de Lola . Y no queremos perder la oportunidad de hablaros de esta popular cucurbitácea tan demandada y consumida a nivel mundial.

El origen de su cultivo se sitúa en las regiones tropicales del sur de Asia hace mas de 3000 años. Con el paso del tiempo se hizo popular entre griegos y romanos que ya lo empleaban como alimento y con fines terapéuticos. Tan popular se ha vuelto esta hortaliza que, en la actualidad, ocupa el cuarto puesto a nivel de producción solamente por detrás del tomate, la col y la cebolla.

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Existen multitud de variedades en función de su tamaño, color de la piel o forma: Pepino corto o pepinillo, pepino medio o francés, con espinas o de piel lisa, pepino largo o pepino holandés…

Se puede cultivar tanto en invernadero como al aire libre. Nosotros solemos plantar dos tandas, una dentro y otra fuera. A los pepinos de dentro les ponemos un tutor que básicamente consiste en un hilo de rafia atado en la base para que puedan trepar por él. Los de fuera los dejamos que se extiendan libremente y vaya si lo hacen. Son plantas muy generosas y en su época de mayor producción hay que recoger casi diariamente.

Se trata de una hortaliza con muy bajo aporte calórico debido a su reducido contenido en hidratos de carbono y a que el 96% de su composición es agua; solamente aporta 12 calorías por cada 100 gr.

A nivel gastronómico, el pepino se consume tanto crudo fresco como encurtido. Aunque también se puede preparar cocido, estofado o con mantequilla, cocinado al gratén, con bechamel y preparar con él ricas sopas como la que os proponemos esta semana. A nosotros, simplemente cortado por la mitad y con un poco de sal, nos resulta delicioso!